Información General
Perteneciente a la familia de las lamiáceas, como la menta, el orégano o el tomillo, la lavanda (Lavandula angustifolia) es un arbusto aromático original de la cuenca mediterránea. Conocida también como espliego, sus usos medicinales se remontan a la antigüedad y se le otorgan propiedades beneficiosas como antiséptico, digestivo, antiinflamatorio, relajante y calmante. Además de su uso en medicina natural, sus perfumadas flores se secan y destilan para elaborar un aceite esencial muy utilizado en productos de cosmética, limpieza, aromaterapia, hidroterapia…
Las flores secas de lavanda son un excelente ingrediente para incorporar en todo tipo de guisos, así como en productos de repostería (magdalenas, galletas…), en la preparación de infusiones, helados, batidos, jaleas y mermeladas, o para aromatizar cremas, flanes, pasteles… También están especialmente indicadas para acompañar las carnes de cordero y conejo. Aunque, debido a su intenso aroma y sabor, conviene utilizarlas con prudencia si no queremos enmascarar en exceso el sabor del resto de ingredientes.
Junto a otras hierbas aromáticas como el romero, el tomillo, el perifollo y la albahaca, la lavanda forma parte de las llamadas “hierbas provenzales”, muy populares en la cocina francesa.