El equilibrio, el orden de nuestro organismo, se rige por la armonía y la consonancia de las propias personas con la inmensidad del universo. Tanto el ser humano como el cosmos se rigen por un principio de complementariedad entre el yin, y el yang. Desde Vegaffinity, gracias a la ingente información facilitada desde la editorial española Planeta DeAgostini, la revista Mens Health o los conocimientos de la doctora Vanesa León (Asociación de Dietistas Nutricionistas de Madrid), nos embarcamos en cuestiones nutritivas que abarcan aspectos existenciales.
Hablamos de dos fuerzas enfrentadas, a la vez que inseparables, el yin y el yang, cuya actividad armoniza el orden del universo infinito.
El equilibrio, elemento clave de una dieta macrobiótica
Introducida en Occidente por el pensador japonés George Oshawa (1893-1966), la dieta macrobiótica se fundamenta en el equilibrio esencial en el desarrollo del ser humano, como parte constituyente de un todo o ego, hacia su total armonía. La unión de dos términos de origen griego resume el principio vital de esta alimentación: Micro, como largo o grande, y Bios, traducido como vida. Un desarrollo global que contribuye a una larga vida.
Para nuestra dieta, proporciones idénticas de yin y yang que coexisten en el cosmos
En la práctica, hay que aplicar en la alimentación la composición de yin y yang que abunda en la naturaleza, para poder mantener así el equilibrio y la armonía de nuestro organismo, y que en el ser humano se refleja en la proporción de sodio (yin) y potasio (yang) de la sangre.
El objetivo final, evitar sobreesfuerzos en la digestión de los alimentos, eludiendo así que el organismo trabaje más para superar esos procesos, cuestión que influye en la aparición de enfermedades. La relación entre ambos componentes, sodio y potasio, debe ser de 5 yin y 1 yang. Es por esto que también influye, de forma increíblemente sustancial, el masticado en boca de cada alimento. Algunas teorías sostienen que hay que masticar cada bocado por lo menos 50 veces, algo que quizá sea demasiado extremo. Lo que es obvio es que triturar bien la comida ayuda a la digestión y la asimilación de los nutrientes que contiene el alimento.
El método de preparación o cocinado influye directamente en el valor potencial del yin y el yang: cocerlo o añadirle sal, reduce el estigma yin, pero si se fermenta o se macera, disminuye el valor yang.
Los alimentos que conforman la dieta macrobiótica: cereal integral, la base
El misticismo que rodea a estos hábitos alimenticios no se rige, no se adecúa a principios insalvables e invariables. A fin de cuentas, cada persona se fundamenta sobre unas costumbres y procesos que más favorecen a su organismo en lo que refiere a su dieta. Es tan básico como que un tratamiento así no establece qué tipo de alimentos hay que consumir: obviamente, un vegano no comerá carne por mucho que lo establezcan las pautas de la dieta macrobiótica; tampoco un omnívoro comerá más verduras para encontrar ese equilibrio.
La dieta macrobiótica deja, a juicio de cada persona, el valorar qué tipo de productos necesita su organismo, según sus necesidades o constantes vitales en un momento u otro. Lo importante es saber equilibrarlos.
El único elemento innegociable es el cereal integral: es la base de una alimentación macrobiótica porque su equilibrio de yin y yang es muy similar al del organismo. No obstante, la verdura o elementos no cárnicos en general son los que rigen la mayoría de pautas de la macrobiótica: ciertos tipos de algas, la soja, el miso, el tamari, el té verde o las ciruelas son los más recurrentes. Es prácticamente obvio que los alimentos orientales, tratándose de una dieta alimenticia creada por un filósofo y nutricionista japonés como George Oshawa, sean de procedencia oriental.
Las posibilidades más radicales, las menos recomendables
En su día, George Oshawa estableció un baremo con diversas escalas que, en total, generaron un cómputo de diez posibilidades alimenticias, todas ellas encarnadas en los valores de yin y yang citados anteriormente. Las vertientes adoptan incluso valores negativos de yin incluyen cantidades decrecientes de alimentos de origen animal, y cuanto más se elevan los valores positivos del yan, hasta alcanzar un valor de 7 (recordamos que el acorde es 1) son exclusivamente vegetarianas, aunque la más "radical" se basa únicamente en consumir granos de cereal triturados.
No obstante, desde Vegaffinity, recordamos que ese tipo de hábitos alimenticios basados en un único grupo de alimentos, por muy alto que sea su valor nutricional, están totalmente desequilibrados por la insuficiencia proteica y las carencias de calcio, hierro o ciertas vitaminas que ello supondría. Asimismo, el asesoramiento médico es clave a la hora de afrontar CUALQUIER tipo de dieta, ya que desde Vegaffinity abordamos este tipo de cuestiones como meros hechos de entendimiento, o mera curiosidad, ya que el saber nunca ocupa lugar, y el conocimiento conduce a la libertad de elegir.
Las características que rigen la dieta macrobiótica
Para terminar, es evidente que hay que adjuntar los paradigmas básicos que conforman la dieta macrobiótica. Adelante con ellos.
- Suprimir los alimentos industriales: azúcar, conservas…
- Cocinar los alimentos con aceite vegetal o agua, en recipientes de barro cocido, pírex o de hierro esmaltado, salar con sal marina no refinada.
- Abstenerse de frutas y verduras cultivadas o tratadas con abonos químicos.
- Evitar los alimentos procedentes de los países alejados.
- Comer preferentemente las verduras de cada estación.
- Evitar las hortalizas yin, como patatas, berenjenas y tomates, y las especias.
- Está prohibido el café; sólo se admite beber té de China natural y té japonés.
- Se recomiendan los cereales: arroz completo, trigo, centeno, maíz, cebada, mijo, cocidos o crudos, hervidos o salteados, al horno o a la crema.
- Se debe evitar el consumo excesivo de líquidos.
Ejemplo de dieta macrobiótica semanal
Referencia de dieta tomada de SHA Magazine, dieta semanal macrobiótica (hemos suprimido platos con pescados) elaborado por el equipo SHA Wellness Clinic específico para fechas invernales:
Día 1
- Sopa de miso con germinados.
- Estofado de azukis con calabaza y kombu.
- Arroz integral con gomasio y ensalada prensada de col con aceite de oliva y limón.
Día 2
- Crema de calabacín y guisantes a la menta.
- Cazuela de trigo sarraceno con puerro y shitake.
- Seitán a la plancha con ensalada de hojas verdes y vinagreta de mostaza.
Día 3
- Sopa Kinpira de zanahoria, cebolla, seitán y jengibre.
- Bolas fritas de arroz integral y guisantes, acompañadas de berros y canónigos.
- Zanahorias y brócoli hervidos con salsa de miso, tahini y naranja.
Día 4
- Sopa de miso con taquitos de tofu.
- Ceviche de soja negra, con cebolla y cilantro.
- Quinoa con frutos secos y ensalada prensada de col, pepino, rábano y zanahoria.
Día 5
- Crema de hinojo.
- Hamburguesa de mijo al horno.
- Ensalada de hojas verdes con aceite y limón, y col, brócoli y zanahoria escaldadas con aliño de tofu.
Día 6
- Crema de chirivías con albahaca.
- Cazuela de lentejas rojas con alga arame, acompañada de arroz integral con verduras salteadas.
- Hojas verdes de col china escaldadas y aliñadas con vinagre de arroz.
Como postre podemos tomar té kukicha con dulces saludables como compota de manzana con pasas, crema de castañas, mouse de chocolate (sin azúcar), mouse de café (sin café), peras al vapor con salsa de algarroba, manzanas al horno…